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Vale Music nacía en 1997 de la mano de Narcís Rebollo, Gabriel Blanco, José María Castells, Toni Peret y Andreu Ugas; empresarios del negocio musical dentro de las fronteras de España desde hacía años. La firma discográfica era la heredera natural de Max Music, creada en 1984, y conocida por su manera de entender el mundo de la música en el país.

La nueva productora heredó el sistema de crear éxitos musicales, siempre temporales y sin ambición internacional, de su hermana mayor. Por lo que en un contexto en el que lanzar grandes artistas al mercado suponía un desembolso millonario en marketing, Vale Music decidió ampliar el sistema de los famosos recopilatorios de Blanco y Negro de Max Music. Mejor traídos que sus antecedentes, Vale Music fue la creadora de Caribe Mix, Disco Estrella, Todo Éxitos y Solo Nº 1, entre otros. ¿La diferencia? En vez de abordar la música dance, estas entregas populares en los veranos de aquellos años se centraban en los mayores éxitos comerciales del momento. Música temporal y con un marketing muy agresivo que le valió a la productora el título de los creadores de "la música de usar y tirar".

Con todo, Vale Music pronto dibujó una estrategia comercial muy diferente a la del resto de las discográficas de los años 90. Por un lado, el equipo buscaba jóvenes artistas que fuesen capaces de generar un éxito rápido para luego pasar a la historia. Un gran desembolso inicial con grandes réditos a corto plazo y que dejaba de lado uno de los mayores gastos de la industria musical: mantener la carrera de un artista con el paso del tiempo. Por otro lado, y de la mano de sus entregas recopilatorias del verano, Vale Music adquiría derechos de canciones sueltas de algunos de los artistas de moda. Mucho más barato que todo lo generado por el cantante y, si cabía la posibilidad, versionaban el éxito. Aún más barato para la productora. Pero el éxito de la compañía con sede en Barcelona aún estaba por llegar de la mano de un acuerdo con una productora de televisión.

La suerte quiso que los caminos de Vale Music y Gestmusic se encontrasen a mediados de los años 90. Creada por el trío de cómicos y cantantes de La Trinca, Josep Maria Mainat, Toni Cruz y Miquel Ángel Pascual, la productora de televisión planteó uno de los consorcios comerciales más lucrativos de la historia de la televisión.

Es curiosa la historia de cómo las piezas fueron encajando con el paso de los años. Por una parte, Gestmusic vendió en 1994 el 60% de sus acciones a Endemol, una productora holandesa de televisión que venía con "el pan debajo del brazo".

Primero llegó el éxito de Crónicas Marcianas en 1997; una suerte de late show que le sirvió a Vale Music para colocar algunas de sus promesas para las canciones del momento. En el año 2000 llegó el formato de éxito europeo Gran Hermano y, además de un gran rédito para Gestmusic, supuso la noche y el día para la productora musical. Haciéndose cargo de la banda sonora que se reproducía dentro de las paredes de la casa vigilada, el mayor hito para Vale Music fue el de Coyote Dax; después llegaron Sonia y Selena o David Civera. ¿Qué mejor marketing que millones de espectadores viendo a concursantes bailar la próxima canción del verano?

Un año después llegaría el colofón para ambas compañías. Gestmusic, a través de sus nuevos accionistas, pudo gestionar los derechos del programa de raíz australiana Popstars. La mayor parte de las cadenas privadas rechazaron el formato pese a que todos buscaban una manera de luchar contra el gigante de Gran Hermano. Sólo Televisión Española apostó por la idea naciendo así Operación Triunfo en 2001. Y, como no podía ser de otra manera, Vale Music supo negociar su presencia en el nuevo proyecto televisivo aún sin un éxito confirmado.

A partir de ahí todo era un sistema que se retroalimentaba entre los tres programas. Concursantes y canciones pasaban de uno a otro, especialmente a Crónicas Marcianas, para seguir sacando partido al negocio de los realities. El resultado se resumió en 14 millones de discos vendidos y 7 millones de recopilatorios.

La irrupción de Vale Music a lo más alto de la cadena de productoras musicales no sentó demasiado bien a la competencia; ni a los artistas ni a los que estaban detrás de ellos que alzaron la voz ante lo que consideraban una factoría en masa de cantantes. El éxito inimaginable de Operación Triunfo llegó de repente para media España justo en un momento en el que la industria discográfica de toda la vida pasaba por su peor crisis. El precio de los discos, por aquel entonces, alcanzaban sus mayores picos mientras que sus volúmenes de venta descendían de forma proporcional.

La productora musical supo negociar la cuestión de los royalties antes, incluso, de que el éxito fuese claro sobre los papeles. De esta manera, Gestmusic y Vale Music crearon una sociedad conjunta conocida como la Academia de Artistas (controladora de todo lo generado por el programa y sus artistas) que se quedaba de forma automática con el 30% de los importes brutos generados por cualquier artista salido de OT. El 70% restante no era para el cantante, sino que de ese importe se debían pagar todos los gastos asociados a la actuación que, además, debían seguir las directrices de La Academia. Ese 70% también asumía el pago del representante (un 8%) que, en muchas ocasiones, salía de la propia productora. El negocio redondo para Vale Music después de vender 100.000 discos a partir de las galas, 1.300.000 copias de los dos álbumes dobles y otros eventos de los que sacó rédito. ¿El coste? Prácticamente cero. De nuevo, Vale Music hacía gala de su estrategia de bajo coste y aprovechaba el tirón de barullo mediático para poner en primera línea a sus artistas de moda.

Sea como fuere, al término de la primera edición Vale Music controló las primeras entregas de algunos de los artistas más prolíficos del programa televisivo. David Bustamente, David Bisbal, Rosa López o Chenoa fueron algunos de los elegidos por la discográfica; los cuales, de hecho, siguen bajo el ala de la misma. Más o menos.

Vale music se posicionó como la discográfica más potente de España en muy poco tiempo y eso llamó la atención de otros grandes del sector. En 2006, sólo 5 años después del despegue, Vale Music era comprada por Universal Music. En su momento no se dieron detalles del acuerdo, pero dado el carácter independiente de la compañía catalana estaba claro que el objetivo de la multinacional era hacerse con el éxito de Operación Triunfo y sus contratos con artistas. De hecho, muchos de ellos, principalmente Bisbal, ya empezaban a abrir fronteras y a abrirse camino en Latinomérica. De echo, 15 años después, los acuerdos de los principales artistas se mantienen con Universal.

Lo que la discográfica norteamericana no vio, a medio plazo, fue la caída en desgracia de la franquicia de Operación Triunfo. El brillo de la primera edición empezaba a borrarse, los concursantes ya no eran tan ingenuos e inocentes y el llamado espectáculo de la televisión quiso dar más atención al morbo de concurso que a los propios cantantes; no sería hasta la edición de 2017 que el furor de OT volviese a estar en boca de todos. La música pasó a un segundo plano y con ella el éxito de Vale Music.

El precio que hubo de pagar Universal se consolidó con el cierre definitivo de Vale Music. Caía entonces un gigante que, por coyunturas del destino, no pudo seguir aprovechando su sistema de éxitos "en serie". Era el propio David Bisbal, uno de sus primeros productos de éxito, el que confirmaba el cierre de la discográfica. La culpa, entonces, según el artista recaía en una "cultura de piratería descontrolada en Internet" después de que el Congreso rechazase una primera versión de la Ley Sinde. La realidad es que Vale Music no llegó a tiempo de las reediciones de su mayor éxito, ni a la nueva versión en 2017 de Operación Triunfo, uno de los éxitos más peculiares de la historia de la televisión en España y medio mundo.

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